CRÓNICA CONCIERTO ERIC GALES
Gales es un guitarrista de Tenesse más que reconocido en el ambiente bluesero, con un halo de niño prodigio y una imparable carrera a sus espaldas repleta de grandes hitos: discos publicados, giras, colaboraciones, tributos, y gran admiración entre sus colegas.
En estos tiempos en los que ya todo se sabe hay poco lugar para lo inesperado, la información nos llega por todos lados, a veces hasta sin buscarla. Por eso noches como las vividas con la presencia de Eric Gales se disfrutan más si cabe desde la sorpresa. Llegué a Valles en el desconocimiento absoluto. No había escuchado nada en días precedentes, solo había oído algunos comentarios. Un tipo del que Carlos Santana dice: “es absolutamente increíble” o Joe Bonamassa “es uno de los mejores, si no el mejor guitarrista del mundo" necesariamente tiene que despertar interés. Y así fue. La noche del 24 de noviembre Valles recibía a este fenómeno de las seis cuerdas con el aforo completo en la sede.
Con la sala expectante y un cierto retraso debido a pequeños inconvenientes técnicos en el escenario, empezó el concierto. Yo esperaba encontrarme a un virtuoso del blues, brillante pero ortodoxo: sus doce compases, sus tres acordes, sus solos, y vuelta a empezar…, pero Gales es más que un guitarrista de blues. Lo que hace es un blues deconstruído, como Ferrán Adriá con la tortilla de patata: todos los ingredientes están ahí, pero combinados y presentados de manera distinta y nueva. Con una técnica brutal, fuera de duda -y eso que toca la guitarra al revés-, en Eric Gales destaca sobre todo su gusto, su personalidad y su creatividad a la hora de encarar el blues, con fuertes cambios de ritmo, acordes imposibles, subidas y bajadas, improvisaciones súbitas, saltos de escala. No me sonaba a jazz, pero tampoco a blues, ni a rock. Era todo ello junto y diferente. También canta, y bien, aunque se lució poco en eso, estaba concentrado en la guitarra. A su alrededor, una base rítmica de nivel, bajo y batería muy potentes, y una percusionista que hacía coros y llevaba también algún sampler grabado pero que apenas se hizo notar, parecía no tener su noche.
En el repertorio, mezcla efervescente en la que se alternaban baladas con temas más energéticos, a veces toques más rock, otras con un punto jazzero, psicodelia…siempre sorprendentes en estructura e interpretación. La mayoría eran composiciones del propio Gales, aunque sonaron algunas covers -verdaderas versiones, no reproducciones, tan reinterpretadas que a veces hasta costaba reconocerlas, recuerdo un tema de Blue Oyster Cult y otro de Hendrix, Little Wing-. Tras una hora de concierto, guitarrista y percusionista se retiraron unos minutos al camerino quedando en el escenario batería y bajista, ofreciendo ambos una demostración de maestría rítmica y técnica que recibió grandes ovaciones por parte del público. Ya tras el retorno de los músicos, con el cuarteto en el escenario dio paso el fin del concierto. Gales se despidió con un mix de homenaje a grandes de la música como Beethoven, Hendrix, Led Zeppelin, ACDC…todo muy a su manera.
No parecía el músico muy contento y acabó rápido. Quedamos todos un rato pidiendo algún tema más, pero cuando vimos al bajista enrollando los cables supimos la batalla perdida. No bises, no kisses.
Tras la apabullante actuación, opiniones muy variadas: que si era un monstruo, que si el concierto del año, que si tocaba raro, que si era tan bueno que aburría…mil interpretaciones sobre una misma realidad, y así tiene que ser. En mi opinión, Eric Gales es uno de los músicos más singulares y fascinantes que ha pasado por Valles en todos estos años.
Conchi Gálvez
Gales es un guitarrista de Tenesse más que reconocido en el ambiente bluesero, con un halo de niño prodigio y una imparable carrera a sus espaldas repleta de grandes hitos: discos publicados, giras, colaboraciones, tributos, y gran admiración entre sus colegas.
En estos tiempos en los que ya todo se sabe hay poco lugar para lo inesperado, la información nos llega por todos lados, a veces hasta sin buscarla. Por eso noches como las vividas con la presencia de Eric Gales se disfrutan más si cabe desde la sorpresa. Llegué a Valles en el desconocimiento absoluto. No había escuchado nada en días precedentes, solo había oído algunos comentarios. Un tipo del que Carlos Santana dice: “es absolutamente increíble” o Joe Bonamassa “es uno de los mejores, si no el mejor guitarrista del mundo" necesariamente tiene que despertar interés. Y así fue. La noche del 24 de noviembre Valles recibía a este fenómeno de las seis cuerdas con el aforo completo en la sede.
Con la sala expectante y un cierto retraso debido a pequeños inconvenientes técnicos en el escenario, empezó el concierto. Yo esperaba encontrarme a un virtuoso del blues, brillante pero ortodoxo: sus doce compases, sus tres acordes, sus solos, y vuelta a empezar…, pero Gales es más que un guitarrista de blues. Lo que hace es un blues deconstruído, como Ferrán Adriá con la tortilla de patata: todos los ingredientes están ahí, pero combinados y presentados de manera distinta y nueva. Con una técnica brutal, fuera de duda -y eso que toca la guitarra al revés-, en Eric Gales destaca sobre todo su gusto, su personalidad y su creatividad a la hora de encarar el blues, con fuertes cambios de ritmo, acordes imposibles, subidas y bajadas, improvisaciones súbitas, saltos de escala. No me sonaba a jazz, pero tampoco a blues, ni a rock. Era todo ello junto y diferente. También canta, y bien, aunque se lució poco en eso, estaba concentrado en la guitarra. A su alrededor, una base rítmica de nivel, bajo y batería muy potentes, y una percusionista que hacía coros y llevaba también algún sampler grabado pero que apenas se hizo notar, parecía no tener su noche.
En el repertorio, mezcla efervescente en la que se alternaban baladas con temas más energéticos, a veces toques más rock, otras con un punto jazzero, psicodelia…siempre sorprendentes en estructura e interpretación. La mayoría eran composiciones del propio Gales, aunque sonaron algunas covers -verdaderas versiones, no reproducciones, tan reinterpretadas que a veces hasta costaba reconocerlas, recuerdo un tema de Blue Oyster Cult y otro de Hendrix, Little Wing-. Tras una hora de concierto, guitarrista y percusionista se retiraron unos minutos al camerino quedando en el escenario batería y bajista, ofreciendo ambos una demostración de maestría rítmica y técnica que recibió grandes ovaciones por parte del público. Ya tras el retorno de los músicos, con el cuarteto en el escenario dio paso el fin del concierto. Gales se despidió con un mix de homenaje a grandes de la música como Beethoven, Hendrix, Led Zeppelin, ACDC…todo muy a su manera.
No parecía el músico muy contento y acabó rápido. Quedamos todos un rato pidiendo algún tema más, pero cuando vimos al bajista enrollando los cables supimos la batalla perdida. No bises, no kisses.
Tras la apabullante actuación, opiniones muy variadas: que si era un monstruo, que si el concierto del año, que si tocaba raro, que si era tan bueno que aburría…mil interpretaciones sobre una misma realidad, y así tiene que ser. En mi opinión, Eric Gales es uno de los músicos más singulares y fascinantes que ha pasado por Valles en todos estos años.
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