El pasado sábado 7 de junio
recibimos en nuestra sede al trío gijonés ‘Miki y Los Dora‘, de estilo
básicamente surfero, y cuyo nombre es homenaje al legendario surfista
estadounidense de los años ’60, un tipo tan magistral entre las olas como
inadaptado entre sus congéneres, un hombre solitario y antisocial, una
outsider que renegaba del inmenso negocio que en torno a esa forma
de vida se estaba cociendo en aquella mítica década, y que se ha convertido en
una verdadera leyenda para los aficionados. La programación de la noche se
completaba con una proyección en las pantallas de la sede y la terraza de un
conjunto de fotografías y vídeos realizados por los mejores especialistas del
género, que recogían instantáneas de distintas partes del planeta con la
temática del surf y sus personajes como protagonista. Fotos de impresionante
belleza y plasticidad, llenas de olas, tubos, espuma y cuerpos atléticos. Playas
increíbles, palmeras y puestas de sol completaban la excelente muestra, dejando
en el ambiente una sensación de frescor que nos venía al pelo en estas fechas
tan calurosas que estamos disfrutando en Asturias.
La noche estaba especialmente
agradable, los rescoldos del apabullante calor del día todavía hormigueaban en
la piel, la sangre fluía con ardor, y
había sed. Cuando llegamos con los músicos después de cenar, la sede estaba
prácticamente vacía, pero ya con el
inicio de la proyección fueron apareciendo los primeros asistentes, cuyo número
iría creciendo a lo largo de toda la noche. A las 11:30 sonaban los primeros
acordes sobre las tablas. A pesar de la juventud de la banda, formada este
mismo año, el trío sonaba empastado y con aplomo, como corresponde a viejos
amigos y colegas de escenario. Guitarra (Juan Toraño, cuyo padre resultó ser
oriundo de Villamayor y que se pasó media noche compartiendo con los presentes
viejas anécdotas familiares) y baterista (Coke Makaha) llevan dando caña en
Kings of Makaha, la emblemática banda surfera de Gijón, más de cinco años, y el
bajista (Padre Karras) también ha participado con ellos en otras formaciones,
por lo que esta nueva banda no es más
que un punto y seguido en sus trabajos habituales, un reencuentro en torno al
surf rock, el garaje y el rock apunkado.
A priori la banda decía tener
repertorio para una hora aproximada, pero lo cierto es que el concierto se
prolongó más de dos horas y cuarto, sin pausa y con prisa, mucha prisa. Los de
Gijón mostraron sus gustos desde el primer momento: música sin complicaciones,
pero muy viva, ritmos sesenteros acelerados
e intensos, de esos que te hacen moverte de la cabeza a los pies, y un
sonido directo y convincente. El público parecía tomarse las cosas con tranquilidad,
a pesar de las ocurrencias y chascarrillos del simpático Coke Makaha, que
apenas conseguían dar descanso entre tema y tema a ese ritmo frenético, pero
como siempre ocurre en Valles la cosa iría animándose poco a poco.
Batería y bajo sencillos pero efectivos
y bien conectados daban a la base rítmica un beat y una solidez impecables,
sobre los que vibraba la característica guitarra surfera de Juan Toraño, con
ese sonido temblón, pleno de reverb, y
metalizado, mitad ingenuo, mitad perverso. El repertorio, digno de cualquier
película de Tarantino y básicamente instrumental, con versiones de grandes como
‘The Ventures’, ’The Raybeats’, ‘The Trashmen’ ó Link Wraigse, se acompañó de
un par de temas cantados por Coke, como el conocido ‘Twist del esqueleto’. Vertiginosos
iban pasando unos tras otro los temas, sin solos ni recreaciones personales, pero
con el calor y el ritmo en la sala subiendo por momentos.
Empezaron a despedirse
aproximadamente una hora antes de acabar, pero el público estaba con ganas y
siguieron con la misma marcha, o más, que al principio. Sonaron un par de bises
de tono más oscuro y garajero, pero igual de gamberro, con versiones aceleradas
de los Beatles, los Ramones, ó Jimmy Hendrix. En el enésimo bis, los músicos se
bajaron del escenario para montar la batería en el suelo, donde Karras aprovecharía sus habituales cinco
metros de cable para moverse por todas las esquinas de la sala dando rienda
suelta a sus provocadoras y desafiantes poses, mientras el guitarrista se movía
alegremente entre el público, contagiándonos a todos con su frenesí.
Un concierto divertido y de lo
más energético el de trío ‘Miki y los Doras’ que nos dejó sudando y con un buen
rollo tremendo del que disfrutaríamos el resto de la noche. Hasta pronto
amigos, y buena suerte!!
Conchi Gálvez
PHOTSURF&ROCK 6/07/2013 Fotos Nacho Sariego |
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