Celebramos en Valles el último
concierto del año al ritmo de Potato, una banda mítica en el ambiente del ska
nacional, con más de 30 años de historia a sus espaldas sobre la que acumulan multitud
de discos, giras y conciertos y cambios entre sus componentes desde aquella formación
inicial.
El Potato de 2018 tiene al frente
como vocalista y front man a Pako pko, único miembro fundador de la banda,
animado líder, y filósofo. Se acompaña de una nutrida banda integrada por
guitarra y bajo, dos teclistas, batería y dos vientos. El técnico de sonido se
suma como uno más del grupo, en el que tocó también la batería en aquellos
lejanos inicios ochenteros.
El repertorio que sonó en Valles,
refinadamente centrado en un ska-reggae confortable y pegadizo, nos llevó a los
presentes a un mántrico movimiento/ondulación sin fin, bajo ese ritmo
inevitablemente pegadizo. Todo un derroche de ska amistoso y desenfadado, que
vale tanto para bailar en la plaza del pueblo como en aquellos garitos
subterráneos que solíamos frecuentar.
Bajo el mismo ritmo sincopado y
vacilón, las canciones de letras sociales y reivindicativas se mezclaban con otras
lúdicas que hablaban de diversión, hedonismo y carpe diem. Sonaron clásicos
como ‘Pegamento’ o ‘Miguelin el casero’ con otras de las últimas épocas, como
‘Rula’, ’Sáhara’ o ‘Sklavitud’. La mayoría en castellano, alguna en euskera y
en inglés, cantadas por el joven teclista. Siempre con una breve pero formal
introducción del genuino Pako, quien quiso también destacar la importante labor
que asociaciones como Bocanegra prestan en el medio rural. Transcurrió el
concierto en un suspiro, la banda siempre atenta, sin perder un ritmo bien marcado
por el bajo y batería, Pako haciéndose con el público, el apropiado
acompañamiento de los vientos -trompeta y trombón- que crean esas atmósferas
tan apetitosas, y un guitarrista que no ocultaba su espíritu rockero en cuanto
tenía ocasión. Entre tanto, la gente muy animada, cabriolando en armonía, iba alentando
a los músicos, moviéndose sin parar, pidiendo más. Llegó el bis con un par de
temas, y eso que aquí siempre pedimos otres tres.., la banda ya a tope de
energía y el público botando y pidiendo más, aunque no fue posible. Quedamos
con ganas de más, cosa que algunos dicen que es bueno, pero que yo no comparto.
Así es el directo, unas veces los conciertos se hacen un poco repetitivos y
parecen hasta demasiado largos, y otras ni te enteras de cómo pasan. Con Potato
creo que todos recuperamos un poco el brío y la ilusión de aquellos años y por
eso no nos queríamos ir, queríamos seguir en la narcotizante burbuja. Pero la
música paró, se encendieron las luces y ya..cada mochuelo a su olivo. Habrá
más, no os preocupéis, nos vemos en Valles.
Conchi Gálvez
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