domingo, 9 de diciembre de 2018

CONCIERTO_POTATO_SÁBADO 29 DE DICIEMBRE



Celebramos en Valles el último concierto del año al ritmo de Potato, una banda mítica en el ambiente del ska nacional, con más de 30 años de historia a sus espaldas sobre la que acumulan multitud de discos, giras y conciertos y cambios entre sus componentes desde aquella formación inicial.
El Potato de 2018 tiene al frente como vocalista y front man a Pako pko, único miembro fundador de la banda, animado líder, y filósofo. Se acompaña de una nutrida banda integrada por guitarra y bajo, dos teclistas, batería y dos vientos. El técnico de sonido se suma como uno más del grupo, en el que tocó también la batería en aquellos lejanos inicios ochenteros.
El repertorio que sonó en Valles, refinadamente centrado en un ska-reggae confortable y pegadizo, nos llevó a los presentes a un mántrico movimiento/ondulación sin fin, bajo ese ritmo inevitablemente pegadizo. Todo un derroche de ska amistoso y desenfadado, que vale tanto para bailar en la plaza del pueblo como en aquellos garitos subterráneos que solíamos frecuentar.
Bajo el mismo ritmo sincopado y vacilón, las canciones de letras sociales y reivindicativas se mezclaban con otras lúdicas que hablaban de diversión, hedonismo y carpe diem. Sonaron clásicos como ‘Pegamento’ o ‘Miguelin el casero’ con otras de las últimas épocas, como ‘Rula’, ’Sáhara’ o ‘Sklavitud’. La mayoría en castellano, alguna en euskera y en inglés, cantadas por el joven teclista. Siempre con una breve pero formal introducción del genuino Pako, quien quiso también destacar la importante labor que asociaciones como Bocanegra prestan en el medio rural. Transcurrió el concierto en un suspiro, la banda siempre atenta, sin perder un ritmo bien marcado por el bajo y batería, Pako haciéndose con el público, el apropiado acompañamiento de los vientos -trompeta y trombón- que crean esas atmósferas tan apetitosas, y un guitarrista que no ocultaba su espíritu rockero en cuanto tenía ocasión. Entre tanto, la gente muy animada, cabriolando en armonía, iba alentando a los músicos, moviéndose sin parar, pidiendo más. Llegó el bis con un par de temas, y eso que aquí siempre pedimos otres tres.., la banda ya a tope de energía y el público botando y pidiendo más, aunque no fue posible. Quedamos con ganas de más, cosa que algunos dicen que es bueno, pero que yo no comparto. Así es el directo, unas veces los conciertos se hacen un poco repetitivos y parecen hasta demasiado largos, y otras ni te enteras de cómo pasan. Con Potato creo que todos recuperamos un poco el brío y la ilusión de aquellos años y por eso no nos queríamos ir, queríamos seguir en la narcotizante burbuja. Pero la música paró, se encendieron las luces y ya..cada mochuelo a su olivo. Habrá más, no os preocupéis, nos vemos en Valles.



Conchi Gálvez




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