Desde Bath, una ciudad cercana a
Bristol, y en plena gira española, los británicos Ulysses presentaron en Valles
su tercer disco ‘Law & Order’ en un concierto irregular que terminó
convenciendo a un público no muy entusiasmado a priori. Liderados por el
cantante y guitarristra Luke Smyth, la
banda cataloga alegremente su música como future classic rock, y la adornan con adjetivos como glam y
psicodélica, matices que tímidamente se apreciaron en el directo de Valles.
El concierto empezó puntual y con
la sala bastante animada, a pesar de las gélidas temperaturas y de la más
punzante cuesta de enero, que presagiaban una noche desierta. No fue así, los
conciertos de Valles tienen tirón y la oferta por estos barrios es bastante
escasa, así que el ambientillo en la sede resultaba hasta cálido.
Los británicos llegaron en una
formación de dos guitarras, bajo y batería, acompañados de buenos juegos
vocales y una propuesta de rock muy personal. No es fácil presentar un
repertorio tan desconocido y arriesgado ante un público completamente nuevo,
hechos que dan un punto a favor a los músicos que como Ulysses defienden lo
suyo con valentía.
Así con todo, empezaron el
concierto bastante fríos, con unos temas que no consiguieron conectar con el
público. Tampoco la barrera idiomática facilitó mucho las cosas, y desde el
escenario no se mostraron demasiado comunicativos, aunque más de una vez
intentaron sin éxito explicarse algo en español, y no entendimos nada. El espeso repertorio elegido -imaginaos algo
compuesto por los Who después de acabar
la noche en un after de Detroit- iba
poco a poco encadenando temas más decididos y contundentes, crecidos sobre de
las raíces más clásicas del beat rock y la psicodelia, pero con aires post-punk
descarados y vigorosos, gamberros en algunos momentos. Buen ritmo y presencia
constante del batería Shane Maxymus, que subió a la banda en algunos momentos
en que voces y guitarras parecían colarse por algún sumidero de monotonía oscura
y rara. A medida que avanzaba la noche, músicos y público íbamos calentándonos
mutuamente, y empezamos a disfrutar de las voces, buenos riffs y melodías
guitarreras muy apetecibles. El sonido de la sala, perfecto, contribuía a dar
brillo y presencia al directo y ya nos dejamos envolver por completo en aquel
abrazo ondulante y progresivo que fue conquistando al personal. Terminaron muy
arriba, dando buena cera, y se retiraron unos segundos, volviendo al escenario
con un bis monotema y muy rápido que quedó un poco descafeinado, nadie es perfecto.
Nos vemos en Valles
Conchi Gálvez
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