Siguiendo con la propuesta de
blues de la asociación Bocanegra, que está consolidando la sede de Valles como
una de las salas de referencia en Asturias para este género, en abril recibimos
la visita del estadounidense James Amstrong. Bluesman vocacional y joven promesa de la
guitarra a la que una mala jugada casi retira de la circulación hace ya veinte
años inutilizando su brazo izquierdo, supo salir adelante, supongo que con un
esfuerzo y una tenacidad extraordinarias, y ha conseguido mantenerse en el
circuito nacional e internacional, derrochando entrega y pasión allí por donde
pasa, a pesar de que su brazo nunca volvió a ser el mismo.
Para esta gira española, el
artista eligió formato cuarteto, presentándose acompañado de bajo, batería y
teclados. Un espectáculo bluesero que giraba en torno al protagonismo de la voz
-de un timbre y expresión muy hendriana- y la guitarra, perfectamente
articuladas la una con la otra, dos formas de expresión del mismo corazón. Y
alrededor, una banda sólida que arropaba y respondía al solista, con buen
oficio y entendimiento. Con la satisfacción de los que han superado lo peor y
pueden contarlo, el músico disfrutó en el escenario, lanzando oleadas de buen
rollo a diestro y siniestro. Su entusiasmo cantando y tocando la guitarra, sus
ganas contagiosas de pasarlo bien y su complicidad se extendieron rápidamente
al público llegado a Valles básicamente para lo mismo, que se dejó conquistar.
El repertorio incluyó temas
propios grabados a lo largo de toda su carrera, incluyendo el último ‘Guitar
Angels’, que presentó y vendió luego a tutiplén entre un público agradecido.
Entre ellos, versiones de los grandes del blues -BBKing, Muddy Waters,
A.Collins o Lee Hooker- a los que Amstrong daba siempre su tono personal,
especialmente conmovedor y vibrante en sus solos, con esa forma especial de
tocar. En la banda siempre a su servicio, destacó la elegancia del bajista, con
una agraciada y profunda voz de bajo que destacó en algunos coros y un teclista
ágil y caudaloso que derrochó energía en sofisticados acompañamientos y
vertiginosos solos.
A diferencia de otros artistas, a
Amstrong le gusta hablar sobre el escenario y allí fue presentándonos los temas
con largas parrafadas. Con vehemencia y en inglés, dando por supuesto que allí éramos
todos bilingües. Por lo que fuimos
entendiendo o parecido, nos habló de la ciudad de su niñez y el surf, de sus
compañeros, de su país y de los temas que iba a tocar. Todo con mucho detalle y
explicaciones. Nosotros decíamos que amén a todo y aplaudíamos, lo que se dice
‘siguiendo el rollo’. A mitad del concierto el tío anunció además que cumplía
años ese día, y que no podría haberse imaginado un sitio mejor para celebrarlo.
Palmas y vítores. Animadamente, incluyendo un largo paseo y solo guitarrero de
Amstrong entre el público, fue pasando el concierto entre clásicos, alguna
baladina más soulera y algún rythm’blues que completaron un listado legítimo
del mejor blues de los últimos cuarenta años.
James Amstrong y su banda se
despidieron agradeciendo al público una noche fantástica, y el público reclamó
un bis que fue muy celebrado. Si el blues es sobre todo sentimiento, este
hombre es puro blues. Junto a sus músicos, llenó Valles de feeling y demostró que el corazón supera a la técnica cuando se
trata de conectar y seducir.
Conchi Gálvez
https://www.youtube.com/watch?v=SQ2tV1O7804
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