SÁBADO 28 DE OCTUBRE
Pasó por Valles Yves Lambert como un auténtico torbellino del folk francocanadiense, un showman travieso y divertido, derrochador de carisma y saber en el escenario, además de verdadera leyenda viva para los aficionados a este género, como miembro fundador en los ’70 de la célebre banda canadiense ‘La Bottine Souriante’. Multi-instrumentista (acordeón, arpa de boca, armónica, silbatos…), recitador y cantante entusiasta, este viejo trovador sabe contagiar su pasión al público, rompiendo los estereotipos que pintan a la música folk como tristona y aburrida…
Venía desde Quebec acompañado de dos jóvenes músicos. Uno de ellos tocaba la guitarra, haciendo también de bajo en ciertos temas, y el otro tocaba el violín y la percusión con una tabla de madera bajo sus pies, que no dejó de mover en todo el concierto. También hacía coros a la vez. Un lío para el cerebro, me supongo.
El folk no es un repertorio habitual en nuestra programación, y sin embargo es un estilo demandado y muy querido entre algunos socios, así que de vez en cuando es bueno meter algo de aires nuevos y olvidar por una noche nuestra obsesión blues-rockera. Y fue así que en esta ocasión vimos por la sede a muchos folkies que aplaudieron -y vitorearon- al canadiense y sus acompañantes casi de principio a fin.
El repertorio mezcló folklore canadiense con temas tradicionales celtas y europeos, y guiños a otras músicas (una especie de reggae homenaje a Marley). Muchos fueron temas instrumentales -eran tres músicos pero infinitos instrumentos- y otros cantados a viva voz por un Lambert pletórico y vital, risueño y picardioso en sus discursos ( una pena no entender el francés, aunque su cara y expresiones eran elocuentes), que recitó también poesía en varias lenguas ( francés, euskera y español creo recordar). Algunas canciones enseguida te arrastraban a mover el cuerpo y dar las palmas con ese no se qué atávico de las canciones populares, mientras que otros resultaron más lacónicos y repetitivos. Confieso que el folk no es mi fuerte y que tardé un poco en meterme en situación -otros no lo consiguieron en todo el concierto-, pero al final estaba ya seducida por las bromas de Lambert y coreando a gritos con los demás un estribillo a sus órdenes.
En fin, una propuesta diferente, que encantó a muchos y aburrió a otros, como siempre ocurre. Dejemos que la música fluya, sea para agitarnos o mecernos, pero siempre para hacernos sentir vivos. Nos vemos en Valles.
Conchi Gálvez
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