SÁBADO 9 de diciembre 23:15
Llegó Ash Grunwald a Valles como
una verdadera leyenda viva del blues australiano. Un artista consolidado y
respetado en su país, con nueve discos ya en su haber y críticas buenísimas
sobre sus directos en los que encandila a público y crítica. La intensa gira
española le está moviendo este mes por todo el país a un ritmo vertiginoso, sin
que el cansancio reste un ápice de amabilidad y simpatía a este tipo apacible y
bienencarado. Presentó en Valles su último disco en formato power trío de
guitarra, bajo y batería con un show nonstop de auténtico groove bluesero.
Muy fiel al espíritu áspero y
profundo del blues más original, su personal estilo es un homenaje a la música
negra y espiritual, en las que une su voz espesa y rugosa a una guitarra
persuasiva y contundente, que absorbe también las influencias del rock y el
hardblues de las últimas décadas. Grundwald conectó enseguida con el público,
de manera natural, contagiando también a sus músicos que supieron aportar la
base rítmica precisa para hacer brillar las melodías de guitarra y dobro del
australiano. El repertorio combinó momentos intimistas, melodías elaboradas y
algo hipnóticas en la guitarra, explícitas en la voz y con los aires densos y
primitivos del delta, con otras más potentes y bailonas, en las que daba paso
al blues más eléctrico y contemporáneo. Una genuina explosión de ritmo y
sentimiento en el escenario, en el que se fueron encadenando temas que el
público fue acompañando con total entrega, coreando las versiones y el ‘Hammer’
de su último disco, un verdadero himno de liberación que se compartió a pie de
escenario y en la terraza.
El público en valles respondió
como siempre al blues y el calor hacia los músicos fue efusivo y auténtico, en
un ambiente propicio para el disfrute. No obstante, y como suele ocurrir,
algunos loros antimusicales había entre los presentes, dando por saco a los de
al lado con su cháchara continua y sus carcajadas fuera de lugar. Iros pa’l
chigre ya, pesaos. Es una batalla parece que inevitablemente perdida, tendremos
que llamar a Superlópez.
Fuera de estas incomodidades, el
concierto fue un éxito: el público estaba entusiasmado y los artistas se
encontraron también cómodos y disfrutaron de la noche. Ese es el espíritu con
el que se creó la asociación Bocanegra y que intentamos mantener en Valles diez
años después, mientras la llama siga viva. Nos vemos por allí arriba.
Conchi Gálvez.
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