Se celebró el pasado sábado 27 de enero el décimo aniversario de la asociación Bocanegra. Poco podía esta menda imaginar aquel 6 de enero de 2008 en el que Carlos Martagón y su banda Merienda de negros abrían el escenario en la pequeña sede de Valles con un concierto para los de casa y algún amigo llegado para la ocasión, que aquello iba a crecer y consolidarse hasta convertirse en uno de los mejores espacios para la música en directo de Asturias. El camino, como la vida misma, ha estado lleno de sorpresas, sol y nubes, aciertos y errores, encuentros y pérdidas. El número de socios ha ido creciendo, también el volumen de público, la presencia de artistas procedentes de todos los continentes-muchos de ellos tocaban en Asturias por primera vez-, la reforma y ampliación de la sede, las mejoras en el equipo, el lanzamiento del canal youtube para difundir de los conciertos con gran calidad, y mil pequeñas cosas más. La directiva de la asociación también ha ido cambiando en estos años, aunque algunos llevan currado en ella desde el principio, y es de ley agradecerlo. Creo que cada uno de los que hemos formado parte de ella en algún momento, en la medida de nuestras posibilidades, nos hemos esforzado para apoyar este proyecto colectivo nacido de la ilusión de unos pocos. De estos diez años queda ya un poso inolvidable. Anécdotas, miles; buenos momentos, los que más; marrones, alguno también, inevitables y a nuestro pesar. El crecimiento va exigiendo una mayor profesionalidad, responsabilidad y esfuerzo en la programación y la logística de los conciertos y eso pesa, pero ahí seguimos cada noche con ganas de disfrutar.
El aniversario se abrió con unas palabras de la presidenta de la asociación, Ana Canteli, quién agradeció el apoyo de los socios, el pueblo de valles y la familia Camblor que cede altruistamente la sede, y apostó por seguir en la brecha otros diez años como mínimo. Y ya dio paso a las dos bandas de la noche.
Abrieron ‘The Excitments’ band de soul llegada de Barcelona, con una trayectoria imparable. Con gran profesionalidad nos ofrecieron un concierto arrebatador, con un ritmo imparable y contagioso al que era difícil resistirse. Al estilo de las viejas bandas de soul y R’n’b, la elegancia y la pasión iban unidas y alentadas por la vocalista Koko Davis, una verdadera come escenarios, que no paró un minuto de bailar y dar marcha al público. Dando apoyo a su potente voz, y en perfecta armonía, una banda bien empastada y solvente, con dos guitarras, dos saxofones, bajo y batería. Sin protagonismos excesivos pero con eficiente dominio del repertorio, un soul enérgico y delicioso, nos llevaron en volandas durante todo el concierto, bises incluidos. Fueron despedidos con grandes ovaciones y el calor del público agradecido.
Poco tardaron en empezar los ‘Still river’. La banda, integrada por cinco músicos residentes en Bilbao, nos metió en vena el genuino sonido americano del rock de raíces. Una mezcla de rock clásico, country, blues, folk, hillbilly, psicodelia y lo que surja, interpretada con la devoción de las grandes bandas de los ’60-‘70. Mola encontrar buen rollo y disfrute en el escenario, y ellos lo transmitieron muy bien. Fieles al protagonismo de esas guitarras encendidas, la base rítmica omnipresente como un muro acogedor y un organista que inspiraba respeto, fueron encadenando un repertorio variado, mezclando aires intimistas y tranquilos, ritmos polvorientos que sonaban a country, sólidos temas del rock más sureño y guiños sicodélicos en electrizantes improvisaciones. La voz rotunda del vocalista y frontman Dan Cabanela armonizaba y daba continuidad a toda esa mágica mezcla que provocó mas de un aullido entre el público. Acabaron bien arriba, homenajeando a sus ídolos Gratefull Dead y despedidos entre ovaciones del público.
Conchi Gálvez
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