Léelo n'asturianu
No se si os lo había dicho alguna vez, pero a los de Bocanegra nos gusta el blues. Sí, nos gusta mucho el blues: su pasión, su desgarro, su sentimiento, su energía, su rebeldía, su autenticidad. Llevábamos tiempo queriendo desde la asociación hacer un homenaje al blues, y en la medida de nuestras posibilidades, así ha sido. Los días 18, 19 y 26 de octubre, la sede de Valles se convirtió por unas horas en una auténtico cruce de caminos donde músicos, aficionados y otras gentes de mal vivir nos juntamos para vender nuestras sedientas almas al diablo a cambio de unas horas de placer.
No se si os lo había dicho alguna vez, pero a los de Bocanegra nos gusta el blues. Sí, nos gusta mucho el blues: su pasión, su desgarro, su sentimiento, su energía, su rebeldía, su autenticidad. Llevábamos tiempo queriendo desde la asociación hacer un homenaje al blues, y en la medida de nuestras posibilidades, así ha sido. Los días 18, 19 y 26 de octubre, la sede de Valles se convirtió por unas horas en una auténtico cruce de caminos donde músicos, aficionados y otras gentes de mal vivir nos juntamos para vender nuestras sedientas almas al diablo a cambio de unas horas de placer.
Estas
I Jornadas de blues, que esperamos se repitan en años sucesivos, se abrieron
con ‘King Bee’, quinteto madrileño integrado por los hermanos Emilio (armónicas
y voz) y Carlos Arsuaga (batería), Alvaro Bouso ( guitarra y voz), Ignacio
Mendivil ( bajo) y Sergio Fernández ( guitarra). La banda, ya consolidada en el
circuito madrileño, y con cierta presencia en Asturias, donde tiene grandes
amigos, nos ofreció un poderoso y dinámico concierto, mezcla de sonidos
Chicago, Louisiana y Texas. La formación llegaba a Asturias caliente después de
una serie de conciertos encadenados y esto se notó en el escenario, donde
demostraron soltura, solidez y consistencia, transmitiendo a los asistentes su
enorme deleite en el escenario. Presentaron
un repertorio exquisitamente seleccionado
que daba muestras de su profundo conocimiento de la historia del blues, integrado
por temas de Jimmy Reed, Bo’ Diddley, A.C. Reed, Little Walter, Gary Primich ó Frankie
L. Sims, algunos
recogidos en su disco como el sugerente ‘The girl that radiates that charm’ y
algún tema propio. La voz oscura y recia de Álvaro, se entendía a la perfección
con los diversos tonos de las armónicas
que Emilio sacaba de su caja sin fondo, llenando el concierto de buenos
momentos que hicieron menearse al personal a base de bien. Destacan en los
temas enérgicos y más rítmicos, adoleciendo de cierta languidez en los más
lentos, para los que les falta cierta profundidad en nuestra opinión. La puesta
en escena llena de dinamismo y agilidad, iba encadenando constantes solos de
guitarra y de armónica que nos hicieron
volar cerca de dos horas desde los campos de algodón hasta los rascacielos del
Down Town de Chicago. Destacar la enorme presencia de Carlos Arsuaga a la
batería, pura elegancia y versatilidad, con un toque realmente fino, fino,
filipino, que además se marcó un solo magnífico.
El concierto
de Edu Manazas & Whiskey Train, banda felizmente recurrente en Valles, donde siempre nos había dejado muy
buenos recuerdos, no decepcionó, confirmando que son un valor seguro por su pureza
y autenticidad. El cuarteto madrileño, liderado por Edu a la guitarra solista y
la voz está integrado también por veteranos músicos del circuto de blues: Pino
Sambataro a la batería, Oscar González a
la guitarra rítmica y Phineas Sánchez al bajo. Una formación con más de 15 años de rodaje, carretera y manta. Presentaron
su séptimo disco, grabado hace unos meses, y que al igual que el resto, está
lleno de las personales versiones de los grandes del blues. El concierto de
Valles resultó espectacular tanto por la banda como por el sonido.
Sorprendentemente a la hora fijada de inicio del concierto la sala estaba vacía,
y sin embargo, el goteo de asistentes fue constante a lo largo de las dos
partes del mismo, de manera que se terminó con la sala llena y de lo más
vibrante. De principio a fin escuchamos puro blues. El concierto empezó
tranquilo, con medios tiempos que fueron calentando a la banda, para ir poco a
poco generando una atmósfera electrizante en la que el protagonismo de la
guitarra se veía reforzado por una más que sólida base rítmica. El repertorio,
una delicia. Muddy Waters, Buddy Guy, Albert King, Howlin’ Wolf, Willie Dixon y
otros muchos clásicos aparecen siempre en las sesiones de esta banda,
adaptándose a la inspiración y la sensaciones de cada noche. Una experimentada
puesta en escena y una excelente preparación técnica permite a estos músicos
tocar sin repertorio establecido; solo los primeros acordes y el tono que Edu imprime
a cada uno de los temas bastan para que la banda siga al líder. Así, nunca
suenan igual; el tono, los cortes, el ritmo y las improvisaciones son
diferentes en cada ocasión. La banda se adapta, interpreta, se sorprende,
inventa. De esta manera los músicos están siempre en tensión, y el blues se
hace auténtico. Acompañándose de una voz sucia y oscura llena de feeling, la
guitarra de Edu, acariciada por esas gigantescas manos desnudas habla por sí
misma a través de los doce compases, llora, grita, susurra. Con sus rudos acordes, llamadas y respuestas, y esos solos intensos que se te
clavan entre las piernas, el sentimiento de este bluesman inunda el aire y te
hipnotiza. La banda estuvo en todo momento a la altura del solista, con la
guitarra de Oscar adornando y buscando su propio protagonismo, y una sección
rítmica de infarto. Phineas Sánchez manifiesta permanentemente su presencia al
bajo de manera poco común y muy interesante, aportando una pegada y un ritmo
insólito a la banda. Al lado de un batería cómplice y constante que sostenía a
la banda en todo momento y que también se marcó un solo antológico.
Finalmente, las jornadas se cerraron con la
actuación de Maraya Zydeco (María Álvarez, acordeón), Michael Lee Wolfe (guitarra
y voz), Silvia Fernández (bajoy voz) y Ethan Winogrand (batería). También
repetía esta banda actuación en Valles, aunque con una formación diferente en
bajo y batería. El zydeco del nombre ya hace referencia al tipo de música que
presentan, sonido Louisiana y Nueva Orleans con influencia cajún, con
importante presencia del acordeón.
Con una sólida carrera a sus espaldas, y
llegada al blues de la mano de Lee Wolfe a través del folk, el blues-grass y
otras músicas de raíz, María dota al acordeón de una gran versatilidad: a veces
suave y aterciopelado, es capaz de adoptar una expresividad y un desgarro
estremecedores cuando es necesario, para volver a la ligereza y el ritmo casi
ingenuo en los temas más bailables.
En el repertorio de la pasada noche
aparecieron temas propios de su disco ‘Maraya Zydeco blues’, como el sureño
‘Cajun Food and Creole’, ‘Never been to Menphis’ que me recordó al gran
J.J.Cale, o ‘Flechazo’, al más puro estilo Chicago. Acercamientos al rock’n’roll
y al rythm & blues de la mano de Fats Domino son otros ejemplos de lo
escuchado la pasada noche en Valles, un repertorio más eléctrico que el presentado
el año pasado, pero delicioso de igual manera.
Michael Lee Wolfe es un buen intérprete
de la música de raíz americana, tiene una voz levemente rasgada y con todo el
peso de la vida encima, muy bluesera en sí misma, y se acompaña
maravillosamente de su guitarra, que salta de ritmos y estilos con una
facilidad pasmosa. El tipo se acompaña además de una puesta en escena
divertida, en la que habla e interacciona con el público permanentemente, busca
la complicidad de Silvia en chistes y comentarios que divierten al personal y
compara a nuestro Jorge con el mismísimo Muddy Waters -todavía no hemos descubierto
el por qué de ese paralelismo-.
La presencia de Silvia Fernández al bajo
se manifestó de manera muy evidente a lo largo de toda la noche, con un groove
muy poderoso que tiraba de la banda con energía. Silvia tiene además una voz
llena de garra, que demostró en los constantes coros y en un temazo lleno de
sensualidad que, sola en el escenario, empezó a capella, para incorporar luego
acordeón y guitarra, y que dejó a más de un asistente con la baba colgando.
Una banda en fin, más que recomendable,
integrada por cuatro grandes intérpretes, incluido el discreto pero estiloso y
refinado Winogrand a la batería, con los que cerramos de manera sobresaliente
estas Jornadas en Valles hasta próximos encuentros.
Larga vida al blues, herman@s ¡!
Conchi GálvezLéelo n'asturianu
Traducido por Miguel Isla
1 comentarios:
Pero que ganas de todo esto .
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