martes, 30 de octubre de 2012

CONCIERTO DE BLUES 10/11/2012

Hay dos momentos marcados en mi agenda personal que espero con ansias cuando quedan pocos días para que ocurran. Uno es disfrutar sentado ante el televisor cada nuevo episodio de Treme y el otro es asistir a los conciertos que al menos una vez al mes programa la Asociación Pepe Bocanegra en su magnífica sede de Valles. El pasado 10 de noviembre se produjo un fenómeno paranormal que hizo que ambas citas coincidieran simultáneamente y de forma inesperada en el tiempo. Treme es una serie que comienza tres meses después del Huracán Katrina y centrada en difundir el maravilloso legado afroamericano de la música de Estados Unidos. Cada capítulo es un fantástico recorrido por los sonidos que forman Nueva Orleans, bajo la piedra angular del jazz, aunque también se escucha mucho R&B, funk, folk, honky-tonk y hasta rock. Treme es una fiesta del ritmo, una gozada para los oídos y esa misma sensación experimentamos los y las asistentes este sábado a la noche de blues con los grupos asturianos Blues & Decker y Maraya Zydeco.
Pasadas las once subieron al escenario los cuatro integrantes del grupo gijonés Blues & Decker para presentarnos su disco "Stealin' the blues". Curtidos en directo gracias a los más de treinta conciertos que llevan realizados este último año, como nota curiosa destacar que la noche anterior habían estado en el aniversario del bar Boca a Boca de Oviedo y no pudieron acabar la actuación al presentarse la policía. Venían con ganas de tocar y abrieron con ‘Everyday I have the blues’ de Memphis Slim al que siguieron temas propios como ‘Posology’ y ‘Second Sight’. Durante una hora larga nos llevaron de viaje por las distintas variedades del blues, demostrando su buen conocimiento del repertorio clásico, al que dan un toque personal y sofisticado. Apenas hubo pausas entre canciones, una taladradora eléctrica continua solamente alterada por los alaridos y gemidos de su cantante Guzmán, que enfundado en un traje negro, recordaba por momentos a Jon Spencer Blues Explosion.
A continuación y tras un respiro en el que la asociación aprovechó para proyectar videos de los próximos conciertos que tendrán lugar en Valles, entre los que además de grupos nacionales, cabe destacar la presencia de bandas americanas como The Muggs, Dirty Names y American Dog, subieron al escenario los componentes de Maraya Zydeco. El término Zydeco hace referencia a la música que originó la combinación de la tradición musical Cajún y algún elemento del Blues. Es, por tanto, la música propia de los afroamericanos de Luisiana de lengua francesa. La lluvia que caía torrencialmente fuera del local se convirtió en un huracán que como a Dorothy en el Mago de Oz, nos transportó volando en esta ocasión a Nueva Orleans. Uno de los personajes que más me gustan de Treme es Annie Tee, la prodigiosa violinista callejera. Su violín surge entre trompetas, trombones, pianos y tantos otros instrumentos mágicos que pueblan Nueva Orleans. A lo largo de las tres temporadas de la serie vemos como Annie, una violinista profesional que se ha ido alejando de la música más clásica para adentrarse en los terrenos del jazz, va creciendo como músico, formando su propia banda, componiendo sus propias canciones y tocándolas en bares y salas de la ciudad. Algo parecido le ha sucedido a María Álvarez, en su caso con el acordeón y que con el que al igual que Annie ha conseguido unir lo clásico con músicas de raíz, adaptando su técnica a un buen blues, un rock'n roll o lo que haga falta. Sin embargo Maraya Zydeco no sólo es el acordeón de María sino también la voz y la guitarra virtuosa de Michael Lee Wolf, la batería apabullante de Alejandro Blanco y el bajo de cinco cuerdas de Ángel de Miguel. Temas propios como ‘Libretón’, ‘Never been to Memphis’ y ‘Cajun Food and Creole’ junto a versiones como ‘Bed on the floor’ del gran Woody Guthrie nos tuvieron casi dos horas sin parpadear por el ritmo frenético que impuso la banda.
Yo en primera fila y agarrado a mi cerveza no podía quitar los ojos de María y su forma de tocar el acordeón, su intensidad, chorreando todo el blues del delta inyectado en sus venas. Y entonces ocurrió, de repente me vi metido en un capitulo de Treme, como uno de esos personajes anónimos de la serie debilitados por sus recientes pérdidas, hartos de la incompetencia de los políticos y que a pesar de todo, al igual que las personas que trabajan de forma desinteresada para la Asociación Pepe Bocanegra, insiste en sus aspiraciones de proteger la música, el arte y la cultura, con el valor añadido en este caso de hacerlo desde lo rural.
Dice el trompetista, periodista y locutor de radio Carlos Pérez Cruz: “Mis orejas son mi corazón. Mis orejas inoculan el oxígeno que necesito para seguir vivo. Necesito músicas que me hieran, que me sanen, que me inquieten, que me deslumbren y me apaguen, que me hagan arder en el infierno para encontrar con ellas la paz.” Con la noche blues creo que todos y todas nos olvidamos por unas horas de la triste realidad cotidiana que nos rodea y la música en directo ejerció un efecto balsámico que nos llevamos como un tesoro a nuestras casas. Solo faltó a la salida, la típica barbacoa Cajún y Creole que también podemos ver en Treme, donde además de la música, la comida ocupa un lugar central.
Jasón Martínez

viernes, 12 de octubre de 2012

V JORNADAS DE JAZZ EN VALLES 20,26 Y 27/OCTUBRE/2012


Fotos del concierto:  https://picasaweb.google.com/CAFEBARBB/JornadasJazz2012SandraLusquinos?authuser=0&feat=directlink      Fotos Nacho Sariego.                                                                    Diez cuarenta de la noche, del sábado 20 de octubre, media entrada en la sala, silencio… Sandra Lusquiños -vestida de blanco- a capela, da inicio a “Nothing Gonna Change My World” suavemente, casi susurrando. Detrás de ella: Jacobo de Miguel (piano eléctrico), Horacio García y Noli Torres (batería).
Así comenzó la primera noche del ciclo de Jazz que se celebra en Valles.
La quietud, calma y silencio era tal, que se escuchaba perfectamente la gran voz –sin artificios ni excesos- de Sandra. El público tenía aspecto de ser un tribunal calificador, de gran curiosidad y espera que mostró durante la mayor parte del concierto. Dicen, los que no les gusta el Jazz, que es una música fría, complicada, para oyentes maduros y “sesudos”. No parecía pues ser jazz lo que escuchábamos: versiones muy distintas que iban desde los de Liverpool a Madona, Britney Spears, Massive Attach, Radiohead, dos temas de Katy Perry y un tema de John Coltrane. No hubo versión alguna de cualquiera de las damas del Jazz, a pesar que, tras terminar el concierto, Sandra me confesaba su admiración por Ella Fitzgerald o Nina Simone. Ello es porque la banda –recién creada para ocasiones- desea hacer algo nuevo, y no interpretar los estándar clásicos del género.
Jacobo comandaba desde el piano las incursiones musicales que se desarrollaban en largas suites que tenían más de improvisación que de piezas ensayadas.
La calidad, escuela y virtuosismo de los músicos quedaba demostrada en cada larga suite y en los “solos” cortos y puntuales. La voz de Sandra fue lo mejor de la noche que, al margen de etiquetas –jazz o improvisación- tuvo una magia más ligada a paladear la música que emanaba del escenario que a bailar o desmelanarse.
Bien, lo pasamos bien, con la sobriedad de la apuesta musical: ni guitarras ni saxo, que, envuelta en la voz de Sandra, nos regalaron unos músicos amables y cercanos.
Nos vemos el viernes 26 de octubre.
Francisco Lozano Sanz

Fotos Nacho Sariego: https://picasaweb.google.com/CAFEBARBB/PatrullaDixieJazz2012?authuser=0&feat=directlink
La noche piloñesa del viernes 26 de octubre nos trajo a “La Patrulla Dixie”, una auténtica “banda” de amigos que no sonaban ajenos. Parecía una lluviosa noche de Nueva Orleans, en la que los ocho componentes de la formación interpretaban un jazz primitivo, de los años 20 que invitaba a bailar. Su música y la voz de Javier Fernández (canta, toca el bajo y el banjo) tenían el sabor añejo, sureño, dixie, ragtime… que era una delicia para los oídos. A pesar de ser: clarinete, saxo tenor, saxo barítono, trompeta, trombón, banjo, con añadido de batería y guitarra; sus instrumentos no se superponían, sonaban claros y diferenciados. Las intervenciones de los músicos mostraban: un clarinete endiablado, saxos suaves y densos (el barítono), el trombón juguetón y un dominio de los instrumentos más que notable.
Todos los miembros son viejos conocidos y amigos, varios de ellos profesores, otros tocan con Dixebra (Javier) o con otros grupos. Joaquín Lacalle -alias “Curro”- aportaba la sabiduría guitarrista adquirida tras tantas tablas y la mucha escuela que atesora… difícil señalar alguna individualidad pues… es cierto: son una patrulla. Lo de añadir batería, guitarra y bajo (Javier Fernández, además del banjo interpretaba el bajo eléctrico en los temas instrumentales) aportaba un contrapunto rythmn´n´blusero que dulcificaba el metal. La voz de Javier acentuaba la sensación de Big Band de La América Sureña, y nos hacía más divertido, fresco, genial el paseo por Dixie –Land, recorriendo las calles de dos ciudades hermanadas: Valles y Nueva Orleans… aún me parece escucharlo cantar: “Sugar…”, mientras los avilesinos, algún carbayón, y un sierense hacían llorar sus instrumentos, guarecidos de la torrencial lluvia ¿sureña? que las nubes descargaban.
Francisco Lozano Sanz

Fotos Nacho Sariego: https://picasaweb.google.com/CAFEBARBB/EladioDiazJazz2012?authuser=0&feat=directlink
El ciclo de Jazz que se ha celebrado en Valles, ha terminado de la mejor manera posible: con experimentación y una propuesta muy heterodoxa: Eladio Díaz Hip Hop Experience. Eladio Díaz (saxo tenor), Marco Martínez (guitarra), Toni Cruz (bajo y contrabajo eléctricos) y Jaime Moraga (batería), es el cuarteto que ha formado Eladio, pero… ha añadido un Dj –que no pudo asistir- y a un rapero: Ruboh.
Es arriesgado el reto que Eladio Díaz ha aceptado. La fusión es inherente al Jazz, pero… añadir hip-hop y hasta una tonada asturiana… eso sí es sorprendente. Me imagino a los puristas del Jazz: “Demasiao p´al cuerpo, tío” dirían. Quizá si se hubiesen acercado a la “Velada Bocanegra” del sábado 27 de octubre, habrían hallado elementos atractivos, aunque no conozco rapero alguno que se presente secundado por un cuarteto de jazz y viceversa. La experiencia –mejor adjetivo posible- que pudimos disfrutar en Valles no es fácil de relatar, pues para entenderla habría que haber escuchado y visto… haber estado ahí.
La improvisación en connatural con el Jazz, pero en este caso se gestaba basándose en el conocimiento mutuo de los músicos y sus muchos conciertos realizados en este formato. Largas suites de más de diez minutos en las que se daba rienda suelta a la creatividad del cuarteto: esa guitarra dulce y jazzística, la maestría del maestro Eladio con el saxo, sólido y creativo Jaime en la batería (buen músico, proclamo), la sorpresa del juego con los bajos de Tony Cruz… Todo ello tenía una pincelada que le daba personalidad a la propuesta: los “rollos” hip hoperos de Ruloh –que parecía estar en su salsa-. He de reconocer que no me gusta el hip hop y que no lo veo integrado en un cuarteto de jazz, pero… al público asistente le gustó, hubo feeling, incluso con las bromas (el pollo de plástico) que la banda se permitió. Está claro que una cosa son las etiquetas y los juicios previos, y otra lo que sucede en un evento así.
Eladio Díaz y Ruboh se conocieron en un concierto, y casi de broma comenzó el entendimiento y colaboración que los llevó a la noche de fussion and experience –más que jazz- que se celebró… una vez más, en Valles.
Francisco Lozano Sanz

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