viernes, 11 de octubre de 2013

BLUES - VALLES 2013 18-19 Y 26 OCTUBRE

Léelo n'asturianu
No se si os lo había dicho alguna vez, pero a los de Bocanegra nos gusta el blues. Sí, nos gusta mucho el blues: su pasión, su desgarro, su sentimiento, su energía, su rebeldía, su autenticidad. Llevábamos tiempo queriendo desde la asociación hacer un homenaje al blues, y en la medida de nuestras posibilidades, así ha sido. Los días 18, 19 y 26 de octubre, la sede de Valles se convirtió por unas horas en una auténtico cruce de caminos donde músicos, aficionados y otras gentes de mal vivir nos juntamos para vender nuestras sedientas almas al diablo a cambio de unas horas de placer.
Estas I Jornadas de blues, que esperamos se repitan en años sucesivos, se abrieron con ‘King Bee’, quinteto madrileño integrado por los hermanos Emilio (armónicas y voz) y Carlos Arsuaga (batería), Alvaro Bouso ( guitarra y voz), Ignacio Mendivil ( bajo) y Sergio Fernández ( guitarra). La banda, ya consolidada en el circuito madrileño, y con cierta presencia en Asturias, donde tiene grandes amigos, nos ofreció un poderoso y dinámico concierto, mezcla de sonidos Chicago, Louisiana y Texas. La formación llegaba a Asturias caliente después de una serie de conciertos encadenados y esto se notó en el escenario, donde demostraron soltura, solidez y consistencia, transmitiendo a los asistentes su enorme deleite en el escenario.  Presentaron un repertorio exquisitamente seleccionado  que daba muestras de su profundo conocimiento de la historia del blues, integrado por temas de Jimmy Reed, Bo’ Diddley, A.C. Reed, Little Walter, Gary Primich ó Frankie L. Sims,  algunos recogidos en su disco como el sugerente ‘The girl that radiates that charm’ y algún tema propio. La voz oscura y recia de Álvaro, se entendía a la perfección con los diversos tonos de  las armónicas que Emilio sacaba de su caja sin fondo, llenando el concierto de buenos momentos que hicieron menearse al personal a base de bien. Destacan en los temas enérgicos y más rítmicos, adoleciendo de cierta languidez en los más lentos, para los que les falta cierta profundidad en nuestra opinión. La puesta en escena llena de dinamismo y agilidad, iba encadenando constantes solos de guitarra y de armónica  que nos hicieron volar cerca de dos horas desde los campos de algodón hasta los rascacielos del Down Town de Chicago. Destacar la enorme presencia de Carlos Arsuaga a la batería, pura elegancia y versatilidad, con un toque realmente fino, fino, filipino, que además se marcó un solo magnífico.
El concierto de Edu Manazas & Whiskey Train, banda felizmente recurrente en  Valles, donde siempre nos había dejado muy buenos recuerdos, no decepcionó, confirmando que son un valor seguro por su pureza y autenticidad. El cuarteto madrileño, liderado por Edu a la guitarra solista y la voz está integrado también por veteranos músicos del circuto de blues: Pino Sambataro a la batería, Oscar González  a la guitarra rítmica y Phineas Sánchez al bajo. Una formación con más de  15 años de rodaje, carretera y manta. Presentaron su séptimo disco, grabado hace unos meses, y que al igual que el resto, está lleno de las personales versiones de los grandes del blues. El concierto de Valles resultó espectacular tanto por la banda como por el sonido. Sorprendentemente a la hora fijada de inicio del concierto la sala estaba vacía, y sin embargo, el goteo de asistentes fue constante a lo largo de las dos partes del mismo, de manera que se terminó con la sala llena y de lo más vibrante. De principio a fin escuchamos puro blues. El concierto empezó tranquilo, con medios tiempos que fueron calentando a la banda, para ir poco a poco generando una atmósfera electrizante en la que el protagonismo de la guitarra se veía reforzado por una más que sólida base rítmica. El repertorio, una delicia. Muddy Waters, Buddy Guy, Albert King, Howlin’ Wolf, Willie Dixon y otros muchos clásicos aparecen siempre en las sesiones de esta banda, adaptándose a la inspiración y la sensaciones de cada noche. Una experimentada puesta en escena y una excelente preparación técnica permite a estos músicos tocar sin repertorio establecido; solo  los primeros acordes y el tono que Edu imprime a cada uno de los temas bastan para que la banda siga al líder. Así, nunca suenan igual; el tono, los cortes, el ritmo y las improvisaciones son diferentes en cada ocasión. La banda se adapta, interpreta, se sorprende, inventa. De esta manera los músicos están siempre en tensión, y el blues se hace auténtico. Acompañándose de una voz sucia y oscura llena de feeling, la guitarra de Edu, acariciada por esas gigantescas manos desnudas habla por sí misma a través de los doce compases, llora, grita, susurra. Con sus rudos  acordes, llamadas  y respuestas, y esos solos intensos que se te clavan entre las piernas, el sentimiento de este bluesman inunda el aire y te hipnotiza. La banda estuvo en todo momento a la altura del solista, con la guitarra de Oscar adornando y buscando su propio protagonismo, y una sección rítmica de infarto. Phineas Sánchez manifiesta permanentemente su presencia al bajo de manera poco común y muy interesante, aportando una pegada y un ritmo insólito a la banda. Al lado de un batería cómplice y constante que sostenía a la banda en todo momento y que también se marcó un solo antológico.
Finalmente, las jornadas se cerraron con la actuación de Maraya Zydeco (María Álvarez, acordeón), Michael Lee Wolfe (guitarra y voz), Silvia Fernández (bajoy voz) y Ethan Winogrand (batería). También repetía esta banda actuación en Valles, aunque con una formación diferente en bajo y batería. El zydeco del nombre ya hace referencia al tipo de música que presentan, sonido Louisiana y Nueva Orleans con influencia cajún, con importante presencia del acordeón.
Con una sólida carrera a sus espaldas, y llegada al blues de la mano de Lee Wolfe a través del folk, el blues-grass y otras músicas de raíz, María dota al acordeón de una gran versatilidad: a veces suave y aterciopelado, es capaz de adoptar una expresividad y un desgarro estremecedores cuando es necesario, para volver a la ligereza y el ritmo casi ingenuo en los temas más bailables.
En el repertorio de la pasada noche aparecieron temas propios de su disco ‘Maraya Zydeco blues’, como el sureño ‘Cajun Food and Creole’, ‘Never been to Menphis’ que me recordó al gran J.J.Cale, o ‘Flechazo’, al más puro estilo Chicago. Acercamientos al rock’n’roll y al rythm & blues de la mano de Fats Domino son otros ejemplos de lo escuchado la pasada noche en Valles, un repertorio más eléctrico que el presentado el año pasado, pero delicioso de igual manera.
Michael Lee Wolfe es un buen intérprete de la música de raíz americana, tiene una voz levemente rasgada y con todo el peso de la vida encima, muy bluesera en sí misma, y se acompaña maravillosamente de su guitarra, que salta de ritmos y estilos con una facilidad pasmosa. El tipo se acompaña además de una puesta en escena divertida, en la que habla e interacciona con el público permanentemente, busca la complicidad de Silvia en chistes y comentarios que divierten al personal y compara a nuestro Jorge con el mismísimo Muddy Waters -todavía no hemos descubierto el por qué de ese paralelismo-.
La presencia de Silvia Fernández al bajo se manifestó de manera muy evidente a lo largo de toda la noche, con un groove muy poderoso que tiraba de la banda con energía. Silvia tiene además una voz llena de garra, que demostró en los constantes coros y en un temazo lleno de sensualidad que, sola en el escenario, empezó a capella, para incorporar luego acordeón y guitarra, y que dejó a más de un asistente con la baba colgando.
Una banda en fin, más que recomendable, integrada por cuatro grandes intérpretes, incluido el discreto pero estiloso y refinado Winogrand a la batería, con los que cerramos de manera sobresaliente estas Jornadas en Valles hasta próximos encuentros.
Larga vida al blues, herman@s ¡!
Conchi Gálvez
Léelo n'asturianu
Traducido por Miguel Isla

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