lunes, 26 de noviembre de 2018

CONCIERTO RODRIGO CUEVAS_SÁBADO 8 DE DICIEMBRE 2018




Casi cerrando el año, Valles se llenó para ver el espectáculo ‘El mundo por montera’ de Rodrigo Cuevas, un artista que ha tenido en estos dos/tres años una proyección tremenda, digna de un estudio sociológico. Desde aquel viral ‘Ritmu de Verdicio’ que conocimos por internet, sus propuestas han sido muy variadas, dando a conocer a un artista con muchas caras y registros, que da bien en la tele, pero al que se le saca mucha más miga en directo y  en lo cercano. En Valles, Cuevas gustó a todos, hasta los más criticones disfrutaron del espectáculo.
Rodrigo Cuevas, como las folklóricas, desborda sentimiento en los gestos, en la voz, en la mirada. Transmite una especie de ingenuidad pícara, una autenticidad transgresora, y sobre todo muy asturiana, que hace que todos nos veamos reflejados de alguna manera en sus reflexiones. Reivindica el pueblo, todo ese universo de lo rural que se está perdiendo y en el que él parece haber sido tan feliz. En una aldea de Piloña, donde vive desde hace un tiempo, sus vecinos lo idolatran. Muchos subieron este sábado a Valles para no perderse el show. Un público variopinto y previsor que  empezó a entrar en la sede en cuanto se abrió la puerta, lo que no es habitual. Algunos subían a escuchar por primera vez un concierto en Valles. Da que pensar que después de 10 años de actuaciones en Bocanegra, de que hayan pasado artistas de todo el mundo y de todos los estilos, sean los artistas locales los más capaces de generar tanta expectación y demanda. Fuese por curiosidad, por interés, o como auténticos fans, la cosa es que la sede se quedó nuevamente con el aforo completo. La sala llena, y el público, atento. Cuando hablaba Rodrigo, no se oía ni una mosca. Mira que me quejo otras veces del gallineru que se forma en  la terraza. Esta noche calma chicha, respeto, atención. Eso se llama carisma o encantamientu, no me digas qué.
Con su look característico y sexy, salió del camerino, dijo algo y ya  provocó las primeras risas en el público, que se mantuvo así hasta el final. Gracia y salero, complicidad con el público y sana provocación es lo que ofreció Cuevas en su espectáculo. Artista total, canta, recita, baila y toca varios instrumentos, aunque aquí no fue el caso, solo se lució con el pandero. En realidad, musicalmente todo el espectáculo fue bastante minimalista. Acompañado de  tres músicos -dos vientos y un guitarrista que iban encadenado arreglos, suaves colchones y apoyo de la voz en los temas-, destacó sobre todo en lo recitado y cantado. Su don está en la palabra, aunque de música sabe un rato. Entre tema y tema, chistes, anécdotas y reflexiones personales en las que el artista reveló su sensibilidad, su amor a la tradición, a lo rural y a lo heredado de nuestros mayores, unas veces en forma de canciones y otras en praos.
El repertorio, de lo más popular. Empezó con un chotis y acabó con el hit ‘Embrujada’, homenaje a Tino Casal. Entre ellas, tonadas populares como ‘Tengo de subir al puertu’, vaqueiradas, alguna canción asturiana más sentimental o el indispensable ‘Ritmo de Verdiciu’. Todo mezclado sin que aquello desentonase. El recitado del toro recibió grandes ovaciones, lo mismo que su declaración de amor a Piloña y a los piloñeses, que obviamente generó aplausos y alegría entre los allí presentes. Terminó con el bis preparado y gran despedida del público, aunque todavía estuvo un buen rato abrazando, haciéndose fotos con la gente y firmando autógrafos en un momento rockstar total, todos queríamos ser amigos suyos.
Vuelve cuando quieras Rodrigo, nos prestó mucho tenerte por aquí. Nos vemos en Valles!

Conchi Gálvez

domingo, 4 de noviembre de 2018

CONCIERTO 24 DE NOVIEMBRE_ERIC GALES



CRÓNICA CONCIERTO ERIC GALES

Gales es un guitarrista de Tenesse más que reconocido en el ambiente bluesero, con un halo de niño prodigio y una imparable carrera a sus espaldas repleta de grandes hitos: discos publicados, giras, colaboraciones, tributos, y gran admiración entre sus colegas.
En estos tiempos en los que ya todo se sabe hay poco lugar para lo inesperado, la información nos llega por todos lados, a veces hasta sin buscarla. Por eso noches como las vividas con la presencia de Eric Gales se disfrutan más si cabe desde la sorpresa. Llegué a Valles en el desconocimiento absoluto. No había escuchado nada en días precedentes, solo había oído algunos comentarios. Un tipo del que Carlos Santana dice: “es absolutamente increíble” o Joe Bonamassa “es uno de los mejores, si no el mejor guitarrista del mundo" necesariamente tiene que despertar interés. Y así fue. La noche del 24 de noviembre Valles recibía a este fenómeno de las seis cuerdas con el aforo completo en la sede.
Con la sala expectante y un cierto retraso debido a pequeños inconvenientes técnicos en el escenario, empezó el concierto. Yo esperaba encontrarme a un virtuoso del blues, brillante pero ortodoxo: sus doce compases, sus tres acordes, sus solos, y vuelta a empezar…, pero Gales es más que un guitarrista de blues.  Lo que hace es un blues deconstruído, como Ferrán Adriá con la tortilla de patata: todos los ingredientes están ahí, pero combinados y presentados de manera distinta y nueva. Con una técnica brutal, fuera de duda -y eso que toca la guitarra al revés-, en Eric Gales destaca sobre todo su gusto, su personalidad y su creatividad a la hora de encarar el blues, con fuertes cambios de ritmo, acordes imposibles, subidas y bajadas, improvisaciones súbitas, saltos de escala. No me sonaba a jazz, pero tampoco a blues, ni a rock. Era todo ello junto y diferente. También canta, y bien, aunque se lució poco en eso, estaba concentrado en la guitarra. A su alrededor, una base rítmica de nivel, bajo y batería muy potentes, y una percusionista que hacía coros y llevaba también algún sampler grabado pero que apenas se hizo notar, parecía no tener su noche.
En el repertorio, mezcla efervescente en la que se alternaban baladas con temas más energéticos, a veces toques más rock, otras con un punto jazzero, psicodelia…siempre sorprendentes en estructura e interpretación. La mayoría eran composiciones del propio Gales, aunque sonaron algunas covers -verdaderas versiones, no reproducciones, tan reinterpretadas que a veces hasta costaba reconocerlas, recuerdo un tema de Blue Oyster Cult y otro de Hendrix, Little Wing-. Tras una hora de concierto, guitarrista y percusionista se retiraron unos minutos al camerino quedando en el escenario batería y bajista, ofreciendo ambos una demostración de maestría rítmica y técnica que recibió grandes ovaciones por parte del público. Ya tras el retorno de los músicos, con el cuarteto en el escenario dio paso el fin del concierto. Gales se despidió con un mix de homenaje a grandes de la música como Beethoven, Hendrix, Led Zeppelin, ACDC…todo muy a su manera.
No parecía el músico muy contento y acabó rápido. Quedamos todos un rato pidiendo algún tema más, pero cuando vimos al bajista enrollando los cables supimos la batalla perdida. No bises, no kisses.
Tras la apabullante actuación, opiniones muy variadas: que si era un monstruo, que si el concierto del año, que si tocaba raro, que si era tan bueno que aburría…mil interpretaciones sobre una misma realidad, y así tiene que ser. En mi opinión, Eric Gales es uno de los músicos más singulares y fascinantes que ha pasado por Valles en todos estos años.

Conchi Gálvez




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