Léelo n'asturianu
Desde Wichita (kansas) nos llegaba a Valles el peculiar trío liderado por Aaron Moreland (guitarra y cigar box) y Dustin Arbuckle ( armónica y voz), al que acompañaba el baterista Kendall Newby. Los de Kansas nos dieron caña de la buena, a través de un huracanado repertorio surgido de las profundidades del Delta y condimentado con la contundencia del buen rock and roll.
Desde Wichita (kansas) nos llegaba a Valles el peculiar trío liderado por Aaron Moreland (guitarra y cigar box) y Dustin Arbuckle ( armónica y voz), al que acompañaba el baterista Kendall Newby. Los de Kansas nos dieron caña de la buena, a través de un huracanado repertorio surgido de las profundidades del Delta y condimentado con la contundencia del buen rock and roll.
Están de gira por España y no han
recibido más que buenas críticas y petazos de las salas. Aquí en Valles les
teníamos ganas, y sabíamos que había gente que iba a venir desde distintos
puntos de Asturias a verlos. Así que, como viene siendo habitual, la sede se
abarrotó. Hay que decir que empezaron con bastante retraso, unos 45 minutos, y los
que llenábamos la sede estábamos ya un poco impacientes y mosqueadinos cuando
los tres subieron por fin al escenario. Pero con los primeros acordes ya les
perdonamos el agravio y nos dejamos cautivar por su arrolladora propuesta de
blues rock, power blues, roots rock o como quiera que se llame lo que hacen.
Durante más de 90 minutos nos mantuvieron en movimiento sin
descanso, con un repertorio que no puede decirse que fuese ‘in crescendo’, ya
que realmente fue cañero desde el minuto cero. Presentaron temas
fundamentalmente de su último y cuarto disco ‘7 cities’ , algún adelanto de lo
que será el nuevo, y versiones de los
grandes como Muddy Waters, Little Walter, Jimmy Red, Slim Harpo o Bo Didley.
Sencillez, grandeza y muchísimo
sentimiento, esa es la magia del blues, lo que lo hace fascinante. Es curioso
ver cómo temas conocidos, versiones clásicas, suenan tan diferentes según qué
banda o solista los interprete. Este dúo tiene una gran personalidad a la hora
de abordar lo clásico, dándole una contundencia y un empuje más que notables. Realmente
nos sorprendió ver y escuchar cómo con tan poco se puede hacer tanto. Sin
grandes alardes técnicos ni instrumentales (ni siquiera un bajo, solo se animó
Arbuckle a sacarlo en un tema), mantienen una tensión absorbente durante todos
los temas, elegancia y muchísimo poderío. Se nota su amor al blues y su paso
por la escuela del rock’n’roll más genuino. La voz de Arbuckle es profunda y
oscura, y cesa para dar paso a la armónica que domina y a la que consigue hacer
aullar con más dolor que alegría. Y luego esa Cigar Box que se marcó el gran
Moreland (construída por él mismo)..qué sonidazo más auténtico le sacaba,
combinando con las cuatro cuerdas labores de bajo y de guitarra. También nos
gustó el baterista, siempre discreto y en su sitio, muy importante rítmicamente
con lo exiguo de la formación, y que se marcó un solo bien prestoso acabando ya
el concierto.
Los que allí estuvimos lo pasamos
pipa durante toda la actuación. A los bises gritábamos como siempre ‘otres
tres’ y los chavales cumplieron con gran agradecimiento. Tres temazos finales
que incluyeron algo de Zeppelin y que acabaron de ponernos a todos ‘con los pelos p’atrás’ cerraron esta magnífico concierto que nos
importaría repetir para la próxima gira 2015.
A la espera del último concierto
del año en nuestra asociación, podemos decir ya sin rubor que este 2015 nos
hemos pasado más de tres pueblos en cuanto a calidad en la programación. El
listón está más que alto para el nuevo año, yo creo que el próximo reto es el
de traernos al Lenny kravitz el 17 de agosto y fastidiarle la exclusiva al Ayuntamiento
de Gijón.
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