Léelo n'asturianu
El sábado 31 de enero celebramos el séptimo aniversario de la asociación Bocanegra con el divertido concierto del sexteto madrileño ‘The Clams’. Un hecho que pasó casi desapercibido tanto para el público asistente al concierto como para los propios socios. Parece que cuando las cosas funcionan -y bien- se hagan solas. Pero noooo es así. Cualquiera que alguna vez haya participado en la organización de un evento, por sencillo que parezca -un baile en el instituto, una fiesta en su pueblo, el cumpleaños de su hijo- sabe que estos acontecimientos acarrean un curro considerable. En nuestro caso, la búsqueda de las bandas y la programación de los conciertos, el contacto con los músicos y su acomodo, la preparación y limpieza del local –albañilería, carpintería, fontanería, electricidad y mil chapuzas más incluidas- , el sonido y la iluminación, la difusión y otras mil cosas suponen muchas horas de trabajo para el equipín que integra la directiva de la asociación, y que no tienen más fin ni más compensación que los momentos vividos con la música en directo. No está demás agradecer ese trabajo ‘invisible’ y tan valioso de los que están siempre ahí detrás en la sombra, y también el apoyo de socios y simpatizantes que acuden a los conciertos y contribuyen así a su mantenimiento.
El sábado 31 de enero celebramos el séptimo aniversario de la asociación Bocanegra con el divertido concierto del sexteto madrileño ‘The Clams’. Un hecho que pasó casi desapercibido tanto para el público asistente al concierto como para los propios socios. Parece que cuando las cosas funcionan -y bien- se hagan solas. Pero noooo es así. Cualquiera que alguna vez haya participado en la organización de un evento, por sencillo que parezca -un baile en el instituto, una fiesta en su pueblo, el cumpleaños de su hijo- sabe que estos acontecimientos acarrean un curro considerable. En nuestro caso, la búsqueda de las bandas y la programación de los conciertos, el contacto con los músicos y su acomodo, la preparación y limpieza del local –albañilería, carpintería, fontanería, electricidad y mil chapuzas más incluidas- , el sonido y la iluminación, la difusión y otras mil cosas suponen muchas horas de trabajo para el equipín que integra la directiva de la asociación, y que no tienen más fin ni más compensación que los momentos vividos con la música en directo. No está demás agradecer ese trabajo ‘invisible’ y tan valioso de los que están siempre ahí detrás en la sombra, y también el apoyo de socios y simpatizantes que acuden a los conciertos y contribuyen así a su mantenimiento.
Pero bueno, volvamos a la crónica
del concierto del sábado. A pesar de lo duro de la noche en cuestión
-climatológicamente hablando- la experiencia con las almejas fue de lo más
grata. La sede estaba petada y se agradecía espacialmente el ‘calor humano’ en
una noche tan fría. La banda sorprendió y enamoró desde el primer tema, tanto
por la frescura y la divertida puesta en escena de las intérpretes, como por el
cuidado repertorio, los arreglos y el empaste instrumental. El sonido, como
siempre, resplandeciente, a pesar de los problemillas incordiantes de un cable.
Un show repleto de soul y rythm&blues ofrecido en formato sexteto (faltó la
saxofonista por causas mayores), demostrando seguridad y firmeza en el
escenario, y muy buen rollo con el público.
Como suele ocurrir en los
conciertos de soul, parece que el protagonismo se lo lleve siempre la voz
cantante -Aida Clams en este caso-, una mujer con una voz llena de maravillosos
registros, un color brillante, fuerza y picardía, que nos emocionó y enardeció
por momentos. La presencia permanente y el refuerzo tanto instrumental –bajo,
batería, guitarra y unos expresivos
vientos - como en coros por parte de la banda, siempre atenta, aportó un sólido
colchón a la voz solista.
El repertorio combinó temas propios – los publicados en su
primer disco y los que formarán parte del segundo, a punto ya de salir a la
venta- con otros muy conocidos de de Otis Redding, ‘Barbara Lynn, ‘Wilson
Picket, con coros del público incluidos ó Ray Charles.
Un derroche de energía, risas y
buen rollo en el escenario, que contagió a un público fiestero y caliente, dispuesto
a bailar y a pasarlo bien desde el primer tema. A petición de la solista se
armó en medio de la sala una soul train line por la que fueron desfilaron
cachondamente los más intrépidos, mientras el resto de la sala bailaba y
palmeaba lo que podía. La interacción banda-público fue constante a lo largo de
la hora y media de concierto, y se pidió con insistencia un bis que terminó con
un apoteósico ‘Proud Mary’.
Agradecimiento y amor eterno a
‘The Clams’ por el buen rato que nos hicieron pasar, y felicitaciones a la gran
familia Bocanegra por habérnoslas traído a casita, y por todo lo demás. Que no pare la
música!
Conchi Gálvez.
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