Léelo n'asturianu
Hay conciertos en los que el carisma y la energía de alguno de sus intérpretes destaca intensamente sobre el resto de la banda, como si se tratara del estallido de una supernova que deslumbra de tal manera que el resto del universo parece perder los colores y difuminarse a su alrededor. Algo así nos pasó el pasado 3 de octubre con la actuación del británico Marcus Bonfanti, una verdadera bomba de las seis cuerdas cuyas ondas rockbluseras atravesaron nuestro corazoncito y demás vísceras con una fuerza tal como si de simple humo estuviéramos hechos.
Hay conciertos en los que el carisma y la energía de alguno de sus intérpretes destaca intensamente sobre el resto de la banda, como si se tratara del estallido de una supernova que deslumbra de tal manera que el resto del universo parece perder los colores y difuminarse a su alrededor. Algo así nos pasó el pasado 3 de octubre con la actuación del británico Marcus Bonfanti, una verdadera bomba de las seis cuerdas cuyas ondas rockbluseras atravesaron nuestro corazoncito y demás vísceras con una fuerza tal como si de simple humo estuviéramos hechos.
Bonfanti es un guitarrista británico
que bebe de las fuentes del blues rock más clásico, acompañándose de una voz
profunda, a veces desgarrada y áspera, a veces seductoramente modulada. A pesar
de su juventud cuenta ya con dilatada experiencia en los escenarios, alternando su participación en bandas
consolidadas con sus trabajos en solitario. Sus influencias pasan de los
clásicos del blues como Muddy Waters o
Howlin’ Wolf hasta grandes bandas como Led Zeppelin o los Stones. En esta
pequeña gira española eligió el formato trío -acompañándose del batería Craig Connet y el
bajista Matthew Waer- para presentar los
temas de su último y muy recomendable disco, ‘Shake the Walls’. Las referencias
sobre el músico y lo visto en internet eran inmejorables. Como siempre, la
magia del directo, y el estupendo sonido que habitualmente disfrutamos en la
sede de Valles confirmaron las expectativas. Bonfanti es un músico de directo,
a pesar de que la producción del disco es magnífica y se echaron de menos, por
ejemplo, las armónicas en el escenario de Valles. Su entrega sobre el escenario
es absoluta, su energía desbordante y su originalidad en la composición y la
interpretación admirable. Sus referencias clásicas son incuestionables, el rock
y el blues son lo de siempre, pero todo suena
a nuevo y a diferente. Puro talento.
El concierto fue de menos a más,
rítmica y emotivamente hablando. Empezó
con el recio ‘Alley cat’ en el que ya mostró una energía y un dominio de la
guitarra y de su garganta impresionantes. Su personalísima forma de atacar el
instrumento, tanto en los riffs como en sus punteos -fuertes, poderosos y muy
sofisticados-, se mantuvo durante toda la sesión, cuando mostrando un sonidazo de lo más rockero con su bonita
Gibson SG, cuando acompañándose en la acústica con un slide que enfatizaba su
lado más bluesero.
Los temas se iban incardinando
uno tras otro con una coherencia y un buen gusto admirables. Entre los más
lentos, destacamos ‘Honey’ maravilloso tema, en el que destacan la limpieza de
voz y guitarra, un tema puro que nos hace descender a las raíces más dolientes
del blues; ‘Jezebel’, con un frenético y afilado solo; ‘Devil girl’
una balada profunda con una onda country blues que parece salir del mismísimo
fondo del pantano; el cañonazo hard rock ‘Stone me Sober’, que podría
convertirse en todo un clásico, y en el que el músico desplegó su gran poderío
vocal, o el polvoriento ‘Cheap whisky’. Un repertorio lleno de temazos, más de hora y media sin tiempo para el
respiro, al que se sumarían otros tres en el bis que el público satisfecho
pidió con insistencia. Es que todo nos parece poco una vez calientes.
Frente al protagonismo del
guitarrista y cantante, una limitada base rítmica, más por el discreto bajista que
no llegó a sincronizar con un baterista lleno de posibilidades pero
desaprovechado. No obstante, y en conjunto, un conciertón de notable altísimo,
o sea, digno sobresaliente, calificación a la que ya nos estamos acostumbrando
en la asociación Bocanegra, y que intentaremos mantener mientras se pueda. Ojo
con la programación que viene, amigos, pues no tiene desperdicio.
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