La banda viguesa ‘The Soul Jacket’,
una de las propuestas más interesantes en el panorama nacional actual, ofreció
en Valles un concierto brillante en contenido y ejecución. 15 años lleva el
grupo apostando por un estilo muy
personal, que ha ido madurando después
de tres discos, mucha carretera y cientos de escenarios, en los que se mueven
con complacencia y una serenidad muy seductora. Una banda de la que solo se
escuchan cosas buenas, y que teníamos ganas de ver en directo. Llegaban los
gallegos de Béjar, donde habían tocado la noche anterior en el festival de blues, parte de una gira de verano
en la que están presentado su último trabajo, el muy recomendable ‘Black Cotton
Limited’, doble álbum homenaje a los sonidos sureños de los que son fieles
devotos.
Sonaron los primeros acordes
sobre las 23.30 de una noche muy agradable en temperatura y en aforo, la sala cómodamente
ambientada y sin grandes agobios. Comenzó la banda con un tema instrumental de
aires santaneros, demostrando ya tanto la personalidad individual como la buena
aleación de sus miembros: Jann Zerega al bajo, Guillermo Gagliardi y Jorge
Mizer a las guitarras, Xabier Vieitez a las teclas y Mauro Comesaña a la
batería. Empezaba el segundo tema cuando un repentino apagón nos dejó out
durante unos minutos, en los que el batera animó el cotarro dando ritmo sin
parar con el aplauso del público, que estaba ya con la miel en los labios.
Arreglado el problema, pudo subir ya al escenario Toño López, vocalista y
frontman del grupo, un prodigio de voz y energía sobre las tablas, que transmite
honestidad y pasión a partes iguales. La comparación con Joe Cocker es
inevitable pues en el timbre y la modulación, en la rotura de la voz y en la
entrega nos lo recordó muchas veces.
El repertorio, una exquisitez.
Muchos medios tiempos tranquilos pero repletos de refinamiento. La voz de Toño
arrastraba con su profundidad en la melodía y la complicidad con el público,
pero todo eran sutilezas en la banda, y se nos iban los ojos siguiendo de repente
una línea de bajo, un juego de acordes en las guitarras, unos redobles
inesperados en la batería o unas arreglos en los teclados. Temas muy
trabajados, y muy compactos en su ejecución, que fusionan y hacen propio el
rock más clásico con el soul, los toques funkys y esos finales progresivos y
apabullantes en los que una pierde la noción de espacio y de tiempo y se va
sumergiendo en una espiral cósmica.
Los temas sonaron redondos. Las
guitarras se complementaban a la perfección, más limpia la Strato de Gagliardi
frente a la áspera e incisiva SG de
Jorge Mizer. Los teclados acompañando siempre con unos detalles preciosistas, y
todo ello unido a los coros de todos ellos, y las panderetas y maracas con los
que el vocalista reforzaba la rica percusión de Comesaña. Temas más intensos
también los hubo, como ‘People’ un demoledor tema con toques souleros y funkys,
‘Where is my money,’ una pregunta sin respuesta que habla de la corrupción y el
latrocinio al que nos vemos expuestos, con juegos de guitarras, y un final
arrebatador. Se nos pasó el concierto
volando, y se pidió un bis con ‘otres
tres’ que los gallegos cumplieron a rajatabla.
Gran noche y gran concierto de
una banda a la que seguiremos con interés. Nosotros de momento ya nos fuimos a casa con el Black
Cotton y lo estamos saboreando con deleite.
Conchi Gálvez
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