lunes, 18 de marzo de 2019



La compositora británica Izo Fitzroy, pianista y excelente cantante, ofreció en Valles un concierto muy entretenido y bien recibido por el público, que tuvo momentos verdaderamente brillantes. Izo presentaba su disco ‘Skyline’, grabado en New Orleans con un gran número de músicos. Aquí, en formato reducido, supo también sacarle buen partido apostando por la cercanía, el adecuado manejo de los tempos y los temas y el aprovechamiento del oportuno grupo de profesiones de los que se acompañaba, un concierto en progresivo ascenso que nos fue conquistando hasta la locura.
Un repertorio muy elegante el presentado, original, destacando la fuerza de las voces, con tonos de blues, soul, y suave gospel. Inicio del concierto quizás un poco frío, temas reposados y muy tranquis, poco indicados para un público de directo amigo de las emociones fuertes, pero bien defendidos por la autoridad y solvencia de Izo tanto en su interpretación como en la discreta batuta con que iba dirigiendo a toda la banda. La exquisita mezcla de sonido cocinada por Jorge sacó lo mejor de la profunda y plácida voz de la solista y sus tres coristas, y del resto de los músicos que daban a la banda la solidez necesaria. Como en otros casos, solvencia y discreción a partes iguales; sin apenas llamar la atención, desde atrás del escenario consiguen hacer que las cosas funcionen, que los solistas estén arropados, que los temas tengan peso y profundidad. Enseguida el concierto fue calentándose. Sonaron algunos temas con aires más pop y soul, estilo Van Morrison, y baladas más negroides, me recordaba a lo que hace ahora Paul Weller cuando se sienta al piano. Todo muy british, eso sí.
Izo tiene estilo, transmite autenticidad y gusto por lo suyo, disfrutaba tanto interpretando sus temas como dando entrada a sus músicos: solo de guitarra por aquí, de batería por allá, orgullo ante las armonías de las voces -un tema de aires funk fue protagonizado por uno de los coristas-, se veía cómo disfrutaba y lo compartía con nosotros, y nosotros fuimos capaz de absorber todo ese mensaje y disfrutarlo. Ya llegando al final del concierto -todo pasó muy rápido, apenas hora y cuarto, la válvula había saltado y el vapor de la olla exprés que es la sede de Valles hervía con fuerza a ritmo de funk, soul y aires blueseros. Moviendo el esqueleto a base de bien, el público no quería que acabase el concierto, con las primeras despedidas se pidieron bis y rebis, parece que siempre los últimos temas son los mejores. Izo y su banda se despidieron ya definitivamente bien arriba, con los que llenábamos la sede pidiendo más, rendidos a sus pies. Qué mujer!! Todo un ejemplo de bien hacer y bien estar, me encantó su rollo.

Nos vemos en Valles. Conchi Gálvez

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